Estamos a nada de disfrutar el Billboard Latin Show Case México y es interesante pensar qué significa “popularidad”, sobre todo tras disfrutar de magníficos eventos como los Billboard Music Awards (BBMA), que honran a las figuras y nombres más populares en la música actual. Único entre los premios de la música, los ganadores son seleccionados por su desempeño en las listas de Billboard, ampliamente consideradas como la máxima autoridad en la industria de la música. Constantemente catalogado como uno de los shows musicales más fuertes del año si se trata de conocer los gustos masivos, el programa celebra los logros musicales relevantes y se ha consolidado no solo como un órgano fundamental de comunicación, estadísticas, análisis, conversación y, sobre todo, diversión, sino como toda una franquicia anual de entretenimiento en vivo.

Los finalistas de los Billboard Music Awards se determinan mediante interacciones clave con los fanáticos de la música, ventas de álbumes y canciones digitales, lobbying de disqueras, impacto en la radio, streaming, giras y participación social, que son analizados por Billboard y sus socios de datos, incluidos Nielsen Music y Next Big Sound. Sin duda no es cualquier cosa y los premios se basan en un periodo de informe de 12 meses. Desde 1940, las métricas de Billboard han sido la guía de referencia para clasificar la popularidad de los artistas, canciones y álbumes, y son la medida de éxito más socorrida en la música.

A lo mejor esto parece serio, pero si se trata de la esperadísima celebración del Billboard Latin Music Showcase México en Palacio de los Deportes, atrae más porque es una poderosa fiesta en la cual las raíces de lo que se ha programado también nacen de lo popular, es decir, del pop y demás géneros con arraigo social. Así, el evento es una celebración y expresión de fama que nos permite sentirnos niños y sin tantos prejuicios —como en la infancia—, cuando la popularidad se definía por cuánto nos gustan los demás. Es una popularidad que predice muchos resultados deseables a largo plazo; sin embargo, a pesar de la dificultad de marcar el efecto de la música y de eventos irrepetibles en vivo en nuestras emociones y hormonas, la popularidad posteriormente llega a un estado de visibilidad, influencia, dominio y poder. Estos factores activan los centros de recompensa social en nuestro cerebro y cambian nuestra relación con la popularidad misma.

Eventos como los inmensamente afamados Billboard Music Awards, que en la versión de 2018 se transmitieran en vivo el domingo 20 de mayo y exhibieran los mejores actos musicales, las actuaciones más importantes, inesperadas colaboraciones e increíbles momentos de la cultura pop que favorecen la conversación e impulsan las ventas, hablan de una mayor simpatía o un estatus más grande, que se hace mucho más difícil de cuantificar por el cada vez mayor número de plataformas existentes para ganar estatus (reality shows, redes sociales, dispositivos, licencias, streaming, la industria del chisme, etc.). Quizás ahora nos concentremos más en la obtención de popularidad que en cualquier otro punto de la historia humana, pero como se dice, "lo importante no es llegar primero sino saber llegar", y permanecer.

¿Y cómo medir el éxito más allá de las ventas o rotación en los medios de comunicación o redes sociales? ¿Qué se necesita para construir un fenómeno? ¿Cuáles son las valoraciones que recibe cada mención? Sin duda la labor de Billboard es única y parece magia, una que refleja las increíbles posibilidades humanas y sociales además de las metas, deseos y sueños generales en la diversión, que retroalimenta una industria que se esmera por enseñarle a los públicos a disfrutar sus productos y atributos que faciliten una plena conexión humana. Es un juego en donde la cadena de experiencias personales se traduce en un juego y estadísticas con retos y ansiedad, furor y hasta la reformulación de la condición humana con base en arquetipos como las personalidades de las “estrellas” (el grado de magnificación es tal que se ha normalizado considerarlas astros siderales).

Existen investigaciones que sugieren que los objetivos de nuestra vida actual reflejan deseos de tener más posesiones, adquirir mayor poder y sentirse más visibles e influyentes que otros. Esto marca un contraste con nuestro deseo de fomentar la comunidad y la cooperación, más común hace apenas un par de décadas. Incluso los mismos niños reciben el mensaje de que el número de sus seguidores en las redes sociales es un logro por el cual vale la pena esforzarse. Sin embargo, irónicamente, cuanto más buscamos estos marcadores en línea de retweets y "me gusta", podemos sentirnos más segmentados y desconectados unos de otros.

Pero la misma popularidad puede ser el camino positivo, para concentrarnos en la importancia de una empresa como Billboard. En un ejemplo de un tema más denso, la columnista Marla Milano de Medium destacaba cómo en la última edición de los Billboard Music Awards, Kelly Clarkson subió al escenario y pronunció un discurso poderoso y sincero sobre un lamentable tiroteo en una escuela en Santa Fe, Texas. Clarkson también discutió la violencia armada en general, afirmando que está cansada de los momentos de silencio. Su discurso no solo provocó una reacción abrumadoramente positiva de la audiencia, sino que marcó la pauta para el resto de un evento divertido y muy emotivo.

Si bien el propósito de los premios debe iniciar con la celebración y diversión, ¿se puede trazar una línea entre el entretenimiento, la popularidad y el activismo? Billboard podría tener la respuesta cuando la música siempre ha sido un detonante de catarsis para los artistas mismos y, sin duda, los escuchas y/o asistentes a eventos en vivo. Tal vez esa misma realidad pueda retroalimentar el valor de una vida más agradable, considerada y consciente. Al fin y al cabo los artistas son talentosos y capaces de darle voz a las personas sin voz. Mediante su labor le recuerdan a las personas que no están solos en su dolor, sentimientos y luchas, su positivismo y su alegría. Pero, además, se trata de eventos emotivos únicos en los cuales comprobamos por qué amamos el entretenimiento y cómo los sentidos traducen los espectáculos, experiencias y recuerdos.

Sin duda, la mesa está servida para disfrutar el Billboard Latin Show Case México, el evento más grande de la música latina en el mundo, con su edición del 17 de agosto en el Palacio de los Deportes de la CDMX. Tras el éxito obtenido en los showcases de Chile y Colombia, el festejo contará con conductores de Red Carpet como Apio Quijano y Natália Subdil, además de artistas en escena como el supergrupo The Rebeldes (Pablo Montero, José Manuel Figueroa y Lupillo Rivera), CD9, El Bebeto, Juan Solo, Maité Perroni, Mario Bautista, Dulce María, el marroquí RedOne, Kubo, Atl, el invitado especial Potro, Ana Mena, el rock-pop de Fly The Band, El Norte, Beatriz Solís, Principales de la Sierra, Railrod, Alexander Acha, Humbe, Marko A. Dktor así como Ricky y Leo.

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Billboard Latin Music Showcase Mexico
Palacio de los Deportes, México, CDMX
Viernes 17 de agosto de 2018, 20:00 horas