Después de que los signos precedentes nos mostraran expansividad, voluntad y una gran dosis de jovialidad, por fin llega una marea baja en donde regresamos a habitar el interior. Estamos entrando en la temporada de cáncer, y su elemento es el agua y está regido por la luna, lo que genera un ambiente de introversión, dulzura, emotividad y una gran búsqueda del lugar seguro que da el cobijo maternal. 

Cuando hablamos de la temporada de cáncer, hablamos de un momento en el que el recuerdo de la nostalgia se voltea hacia los días de la infancia, en esa ternura e inocencia que representan. Por lo general, los nativos cáncer suelen ser personas protectoras, introspectivas y bastante sensibles. 

Los nativos de este signo suelen ser muy apegados a la madre, son su espacio seguro y de protección ante el ruido y violencia del mundo exterior. Igualmente, son soñadores, pero de mundos idílicos como los sagitarianos. Se trata de una ensoñación del mundo interno y la exploración del mismo. Aunque a veces pueden pecar de timidez y temor a la socialización. De tal manera pueden ser personas hurañas, propensas a la melancolía, tristeza y pesimismo. 

Más allá de los nativos, esta temporada de cáncer presenta la oportunidad para agilizar nuestros sentidos y replantearnos qué y cómo lo estamos haciendo. ¿Qué queremos trabajar de nosotros mismos? Todos los nativos en cáncer se caracterizan por su extrema sensibilidad, pero su amena liviandad contraída hacia su propio mundo, refugiándose del exterior entre sus pensamientos y emociones. 

Grandes figuras en el mundo de las artes imperaban este signo, tal son el caso de Franz Kafka, Ingmar Berman y Pablo Neruda, quienes desde su visión sensible y aguda al mundo lograron traducir su mundo interno hacia el exterior de manera asertiva. No por nada, por ejemplo, Neruda es considerado el padre de la metáfora y sus mil hallazgos entre figuras cotidianas y el mundo etéreo que a veces evoca la poesía. 

Además, como remate, recordemos que también esta temporada coincide con el solsticio de verano, el cual es el 21 de junio. Asimismo, hoy te recomendamos tres libros para leer en una temporada como esta. 

Yo el gato, de Natsume Sōseki

Natsume Sōseki (1867– 1916) sigue siendo uno de los escritores más queridos de Japón, y ha logrado enternecer a Occidente. Su narrativa pulcra, con la amenidad y fluidez de sus historias, nos llevan adentrarnos a cada uno de sus personajes y escenarios. 

Con una inteligencia sutil y crítica, Yo el gato es una de sus novelas más emblemáticas y nos remonta al tema de la mirada interna que busca protegerse del mundo externo a partir de una sutil y agraciada, pero sobre todo satírica, historia sobre un gato. 

“Bajo la implacable férula de un gato que se presenta con un yo mayestático y petulante, la novela suscita, además de sonrisas, inquietud en torno al eterno conflicto entre la horma cultural indígena y el modelo de civilización traído del exterior”. 

Dos estudios a partir de la descomposición de Marcus Rothkowitz, de Luis Eduardo García

Se trata de un libro de poesía que ganó el Premio Nacional de poesía joven Elías Nandino en 2012. 

“En apariencia, el tema eje de este libro es la relación entre poesía y pintura; sin embargo, desde los primeros poemas el lector descubre que las intenciones de Luis Eduardo García van más allá. Sus poemas son flores extravagantes cuyo perfume puede ser mortífero, en alguno de sus pliegues se asoma un color o un trazo que remite a uno de los pintores abstractos fundamentales del siglo XX y, al mismo tiempo, generan una estética adversa y misteriosa”.

Agua viva, de Clarice Lispector

Para homenajear el agua, elemento de esta temporada, no podemos dejar de recomendar uno de los mejores libros de la escritora brasileña, Clarice Lispector. Se trata de un clavado hacia el lenguaje y la metáfora del agua como canal y recipiente.  

“Nos desliza entre los dedos siempre dispuestos a buscar encuadres y clasificaciones. Sin embargo, y quizá de forma paradójica, al mismo tiempo que esta escritura desafía los límites de la literatura sólo la literatura puede contenerla.“