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Streaming vs cines: la batalla de Christopher Nolan

15 diciembre 2020

Streaming vs cines: la batalla de Christopher Nolan

Lo virtual contra lo físico lleva más de 20 años enfrentándose, y parece que gracias a la pandemia de la Covid-19 lo intangible está ganando por goleada. Pero luego aparecen fiestas clandestinas de más de cien personas en una bodega en las Lomas de Chapultepec en la Ciudad de México, lo que nos hace pensar en cuánta verdad hay en la afirmación que estamos a dos pasos de ser los humanos de Cyberpunk 2077.

Uno de los grandes visionarios del futuro y la ciencia ficción, Christopher Nolan, sigue sin creer que las salas de cine se acabarán, por ello decidió lanzar en cines Tenet hace pocos meses, una cinta la cual se calculaba que conseguiría cerca de 800 millones de dólares en taquillas. La cinta de ciencia ficción sobre viajes en el tiempo iba a ser La Película del Verano de 2020, y al final, obtuvo unos números más que mediocres, porque claro, allá afuera hay un enemigo invisible que nos acecha en todos lados y puede estar en cualquiera.

Pero este hombre creador de gran parte de la ciencia ficción actual, que no utiliza un correo electrónico y no tiene un smartphone, no cree que estamos cerca del fin de las salas de cine, mucho menos después de enterarse, aparentemente al mismo tiempo que todo el mundo, que HBO Max sería el hogar virtual de todos los estrenos de 2021 de Warner Bros., la casa productora que ha consentido a Nolan a más no poder.

Las predicciones de que los cines se iban a acabar no es nueva, nacieron desde que el 4G permitió que el streaming fuera una situación real, y le dotó a las personas que con sólo unos pocos clicks pudieran acceder a una cantidad aparentemente inmensa de contenido. Claro que ver Netflix al llegar a tu casa después de tus ocupaciones o tener siempre “algo que ver” en los momentos de aburrimiento, era algo bueno, pero que ahora sea una de las pocas cosas que podemos hacer, suena más aburrido que no hacer nada.

Por lo que vale la pena pensar si esta pandemia está impulsando o retrasando el “final” de las cosas y experiencias físicas.

Pensemos en una situación similar que ocurrió a inicios de siglo: la crisis del disco sonoro. Cuando unos listillos decidieron crear Napster y, seguro sin pensarlo, decirle a los consumidores de música que no debían de pagar ella, si podían obtenerla gratis en internet, la industria musical casi se fue a la ruina. Al punto, que BMG Entertainment y EMI fueron absorbidas por las actuales Big Three, empresas de entretenimiento que no sólo se especializan en música, sino en general de todo el contenido que consumimos.

Antes de la llegada rampante del internet, las personas compraban un álbum a pesar de que sólo querían escuchar una canción, cuando llegó la cultura de escuchar aquel single que tanto te gusta sin necesidad de comprar todo el álbum, las ventas físicas se fueron al caño y la industria musical, que obtenía sus mayores ganancias de la venta y distribución de CDs, se quedó sin salida, en camino a lo que parecía la ruina.

En este estira y afloja, Steve Jobs llegó con la “respuesta” a sus problemas, subir toda su música y vender cada canción en una tienda en línea llamada iTunes, los empresarios desesperados por ver cómo el dinero se les hacía agua aceptaron. Sin darse cuenta que Jobs prácticamente los había timado, ganaban tan sólo unos centavos, cuando Apple ganaba miles porque la única forma de escuchar esa música era en un iPod.

Lo que obligó a las actuales discográficas a crear contratos (más) esclavizantes para sus estrellas, e incluso algunos donde todas las apariciones públicas significan también dinero para las discográficas. Un método en el que sólo los conciertos son la manera en la que los artistas suelen ganar dinero de verdad.

Al final, la industria musical encontró maneras en las que pudieran seguir ganando dinero, a pesar de la idea de que no hay por qué gastar $150 pesos en un disco, si puedes conseguir la música que quieras por $115 pesos al mes en Spotify, aún sin que esta música realmente te pertenezca. Lo físico se volvió más bien coleccionismo, más que de obtención de dinero, tener el disco ya no es la forma de escuchar a tu artista favorito, sino de que te pertenezca algo de tu artista favorito.

Algo que ha llevado a la perfección la industria del K-pop, con sus discos que cuestan miles de pesos pero que tienen fotos, libros, tarjetas, stickers y un sinfín de cuestiones coleccionables, donde el disco y la música es lo de menos.

Es cierto que muchas personas, incluso antes de la pandemia, preferían quedarse en casa a ver una película que ir al cine, pero ver todo en una pantalla diminuta, por más grande que sea tu televisor, no es lo mismo y nunca lo será. Ir al cine es una experiencia de comunión y de mirar en una pantalla enorme el trabajo que fue pensado y creado para este formato, y los números que obtuvo la industria cinematográfica en 2019 y 2018 son la prueba.

Es como si dijéramos para qué ir a un concierto, si alguien hizo un streaming y puedo verlo desde ahí.

Claro que por el momento hay una pandemia que todos estamos viviendo de la forma en la podemos, y las cuestiones comunales debemos de dejarlas para después, cuando sea más seguro, pero eso no significa que las personas no hayan dejado de buscarlo. Ya sea por necedad o necesidad, las personas siguen buscando estar con el otro, y aunque en un cine no hay tanta comunidad como en una fiesta, vivir una experiencia en conjunto se siente distinto.

¿Podemos comparar la crisis del disco con la crisis actual del cine? Desde mi punto de vista no, porque la crisis del disco físico vino de un cambio de paradigma, en el que las personas cayeron en cuenta de por qué debo de comprar un disco completo si sólo me gusta una canción; mientras que la crisis actual del cine es por algo mucho más grande que todos nosotros, una pandemia que nos ha quitado de un día para otro la comunidad y cercanía con el otro, vaya, una necesidad humana.

Muchos analistas concluyen que sí, hemos dado pasos agigantados en el mundo tecnológico, pero que una buena parte de la humanidad aún no está preparada para sólo vivir desde ahí, para centrar su vida en una pantalla en la que debe de llevar a cabo toda su vida. Y ya que fue una imposición no un cambio de paradigma, será complicado que las personas, cuando sea seguro, no deseen hacer y vivir todo lo que no pudieron un tiempo. Más aún que existen vacunas en puerta y que prometen ser la solución para frenar la pandemia. 

Puede ser que Christopher Nolan sea el “perro que muerde la mano que lo alimentó” al atacar tan de frente a Warner y su decisión de darle a la “peor plataforma de streaming” –según sus propias palabras– todos los estrenos de 2021, pero hasta cierto punto tiene razón. Es posible que, como menciona, no se hayan puesto a pensar cómo es que obtener centavos por reproducción va a pagar a todas las personas que están involucradas en una producción del tamaño de Tenet o de Dune, y de todas las terceras personas, así como los intermediarios.

Es posible que también sea una solución fácil a una situación que nos tomó a todos desprevenidos y que va a cambiar nuestra forma de ver el mundo, lo hayamos querido o no. O simplemente AT&T sólo busque salvar su compañía de telecomunicaciones poniendo en jaque a todos sus realizadores y personas que viven gracias a Warner Bros., una de sus subsidiarias.

Lo cierto es que pocas personas están de acuerdo con que sus películas se estrenen por el mismo costo en una plataforma que está luchando por posicionarse, pero lo cierto es que existe algo allá afuera que está matando a miles cada día, y a pesar de la utopía que prometen las vacunas, la industria del cine tendrá que comenzar a adaptarse en todos los niveles según las necesidades de la gente que la conforma.

Algo que parece más complicado que desentrañar el final de Inception.

 

 

FOTO: Georges Biard, CC BY-SA 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>, via Wikimedia Commons

Escrita por:

Redacción

15 diciembre 2020

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