Poeta, cantautor y misterio. Todo ello se combina en una de las figuras más relevantes de la cultura universal. Cumplidos 80 años, Bob Dylan no es solo una leyenda viva del folk rock, su repertorio lo ha convertido en todo un referente de la cultura universal. 

Dylan siempre ha sido una contradicción andante y por eso es una figura que abarca multitudes. Es un icono que nunca ha querido ser icono de nada, y eso paradójicamente le ha convertido en ícono de múltiples disciplinas y campos: del folk, del rock, de la canción protesta, del movimiento antibelicista, de la lucha por los derechos civiles, de la poesía y literatura (Nobel incluido), de la contracultura y, sí, también del estilo. 

A todo ello se suma un halo de misterio acrecentado por el secretismo que rodea su existencia y las pocas declaraciones que realiza. 

En busca siempre de reivindicar su individualidad y huir de las etiquetas, Dylan ha hecho constantes cambios de rumbo a lo largo de su carrera (y no sólo desde el punto de vista musical) que siempre ha acompañado de transformaciones en su manera de vestir, en su apariencia, en la actitud y forma de presentarse ante el público.  

Si hay un año que ha marcado a Bob Dylan, ese fue 1965. En los dos años anteriores había lanzado tres álbumes en acústico (The Freewheelin' Bob Dylan, The Times They Are a-Changin y Another Side of Bob Dylan) que lo habían aupado como portavoz de una generación que renegaba de lo establecido. Pero Dylan, poco amigo de las etiquetas, quería recuperar su individualismo. 

Empezó a alternar el rock con el folk en Bringing It All Back Home (1965), su siguiente disco de estudio, publicado en marzo de ese año. Su distanciamiento de la canción protesta se confirmó durante aquella famosa edición del Festival de Folk de Newport en la que se colgó una guitarra eléctrica del cuello. El episodio se ha mitificado gracias a los supuestos abucheos del público por transgredir el purismo del folk, sin embargo, la trayectoria musical del de Minnesota cambió por completo a partir de entonces, y también lo hizo su personalidad pública.

Fue en ese momento cuando creó ese personaje huraño de pelo alborotado que se escondía detrás de esas gafas Wayfarer y el humo de un cigarro, su alter ego para enfrentarse a los periodistas que lo cuestionaban constantemente sobre su cambio de rumbo y para encararse con los fans que lo acusaban de traición. 

Un paso de lo acústico a lo eléctrico que enojó a muchos de sus seguidores. No obstante, el primer sencillo del segundo de disco de su etapa eléctrica, “Like a Rolling Stone”, fue elegido por la revista musical Rolling Stone como la mejor canción de todos los tiempos, y tras su lanzamiento, alcanzó el segundo puesto de la lista de éxitos Billboard Hot 100. Probablemente es el mayor himno de la carrera de Bob Dylan, aunque no el único de los que ha compuesto a lo largo de seis décadas. 

Poseedor de un repertorio mítico y repartido en 39 discos y 125 millones de copias vendidas, Dylan aprovechó estos meses de confinamiento para lanzar Rough and Rowdy Ways en 2020, su primer disco de temas inéditos en ocho años, que recibió críticas estelares con el estandarte de “Murder Most Foul”, una canción de 17 minutos que condensa la historia y cultura estadounidense.  

Su calidad como compositor llevó a Dylan a ser el primer músico en ganar el premio Nobel de Literatura, en 2016, por crear “nuevas expresiones poéticas en la tradición del cancionero americano”, probablemente la única distinción controvertida en una larga lista que abarca Grammys, un Óscar y un Pulitzer. 

A finales del año pasado, Dylan vendió al grupo Universal Music por unos 300 millones de dólares los derechos de su catálogo musical completo, que incluye 600 canciones y es considerado uno de los más amplios de la música contemporánea.  

Que seas siempre joven: ¡Felicidades, Bob Dylan! 

Foto: Xavier Badosa, CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons