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Semana de la moda en Milán 2020

25 febrero 2020

Semana de la moda en Milán 2020

Una de las semanas de la moda más importantes en el mundo, sin duda, es la que acontece en Milán, ahí es donde la monumentalidad acontece. En el núcleo de esta característica, este año, encontramos los esfuerzo de Alessandro Michele, la cabeza detrás de Gucci.

Después de sorprendernos hace unos meses con la colección masculina F/W 2020, donde dejó en claro que el statement de Gucci en este inicio de década es el tiempo y la ruptura de los géneros, en este febrero nos mostró la colección femenina que tiene como centro de exploración los rituales.

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Michele posicionó su mirada en una carta de amor hacia los desfiles de moda, enfocado en todo lo que sucede antes de que el público vea la magia, todo el trabajo que implica poder llevar un show de calidad, y sobre todo, lo que estos rituales regalan a los creadores de lo mismo.

 

 
 
 
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El show comenzó tras bambalinas, donde los asistentes se encontraban con los maquillistas y peinadores alistando a las modelos, para luego pasar a un cuarto oscuro, donde una serie de gradas esperaba a los invitados. Al centro, un octágono en penumbras, con un metrónomo de neón al centro, marcando el tempo de la gran coreografía que estaban por presenciar.

Antes de que las luces dramáticas iluminaran el octágono de cristal, una combinación entre una atracción de feria, un aparador y una caja de música, la inspiración se hizo obvia cuando la voz de Federico Fellini abrió el espectáculo:

 

El cine solía ser eso, una sugestión hipnótica, ritualista; algo religioso. Solíamos salir, hacer cola para toda una sucesión de rituales: comprar las entradas, esperar a que se abriera el telón, acompañar al acomodador, contemplar el auditorio medio iluminado, localizar a unos amigos... Luego se atenúan las luces, se enciende la pantalla y comienza la epifanía. El mensaje. Un ritual ancestral, el mismo de siempre, cambiante en forma y modo, pero siempre igual: estás aquí para escuchar.

 

Fellini dijo estas palabras en relación a la televisión destruyendo el cine (menos mal no vivió la época del streaming), algo que Michele recupera para hablar de la moda y la rapidez de la misma en tiempos de las redes sociales. 

A pesar de que vestir es un pequeño ritual diario que habla mucho de nosotros, gracias a los grandes consorcios de fast fashion, se ha perdido un poco de la parafernalia que pudo significar el vestir, escoger un estilo y sentirnos cómodos con ello. Incluso el tiempo de duración de las prendas, heredarlas y resignificarlas, parece que se ha quedado en el pasado.

 

 

Así pues, el ritual que se supone llevar una colección al mundo exterior también parece que la inmediatez (y el desconocimiento) parece obviar el trabajo de decenas de personas detrás. Desde los modelos, los maquillistas, peinadores y stylists que preparan todo para que la idea se lleve a cabo, fue otros de los puntos de exploración de Michele. 

Cuando comenzó el desfile, el octágono comenzó a girar con las luces dramáticas iluminando el trabajo de los stylist vistiendo a los modelos, que después de ser vestidos se paraban en los bordes del escaparate al ritmo de “Bolero” de Ravel. Con un ritmo constante de un carrusel, impedía ver detenidamente los looks creados para la pasarela, tan solo 60, en comparación de los 100 del año pasado.

 

 

Cuando todos los modelos estuvieron listos, salieron del octágono para dar una vuelta al escenario que desde esa perspectiva, era como un circo. Esos lugares vacíos fueron llenados por las decenas de estilistas que prepararon el show, para luego darle lugar a que Alessandro Michele recibiera los aplausos.

Cuando las luces se apagaron, la voz de Fellini regresó, ahora hablando sobre su equipo de trabajo:

 

Una cámara de amigos alrededor dispuestos a ayudarme, una compañía, una compañía extraordinaria, una compañía de artistas de circo, de aquellos, mientras el mundo en el circo hace un espectáculo. Y estaba diciendo o tal vez una declaración de amor en el cine, tal vez un poco demasiado privado, tal vez narcisista, repito descaradamente sin límites, pero de todos modos eso es lo que tengo.

 

Una coreografía perfecta que le dio un espacio a cada persona que lleva a cabo estas pasarelas, donde la ropa fue un accesorio casi tan importante como lo fueron las declaraciones y exploraciones de Michele en Gucci.

La colección F/W femenina 2020 fue un collage de todo tipo de estilos, prendas y épocas. Guiños religiosos psicodélicos con reminiscencias a La montaña sagrada, de Alejandro Jodorowsky, prendas salidas de una novela de Alexandre Dumas con su exceso de fines del siglo XIX y otras con algunos detalles góticos del mismo período, sastrería setentera, un poco de punk y una vibra escolar a lo Miuccia Prada, uniformes de todo tipo, grunge, maximalismo de los ochenta pero también el de Marie-Antoinette, el verdadero museo de la moda.

 

 

La tendencia de la moda está apuntando al tiempo, ya sea a la reapropiación del que hemos perdido, hasta el recuerdo y la unión del pasado en un presente lleno de color, cuellos estilizados en una puesta en escena circense.

Parece declarar que sólo el tiempo, en cualquier conjugación, es lo que nos queda.

Escrita por:

Nora Morales

25 febrero 2020

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