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El futuro de los robots

21 diciembre 2020

El futuro de los robots

Los humanos somos contradictorios. Queremos robots que hagan nuestra vida más fácil, pero no confiamos en ellos, los elaboramos a imagen y semejanza nuestra pero nos horroriza que nos suplanten.

Puede que estas contradicciones hayan nacido por la extensa y muy apocalíptica ciencia ficción en la que existen más robots malos que buenos. Tal vez sólo sean temores de que una máquina siempre será mejor que un ser humano, y eso da mucho miedo.

Lo cierto es que desde hace años, la tecnología se ha enfocado en la facilitación de las tareas humanas, desde las implementaciones tan básicas y “antiguas” como una lavadora, o una aspiradora, pasando por los smartphones, hasta las más modernas como el internet de las cosas que permite tener un hogar inteligente.

Por lo que es posible que temamos una Tercera Guerra Mundial encabezada por máquinas más determinadas que nosotros, o tal vez que de un día para otro dejemos de tener un trabajo, porque algún robot que no pide ningún tipo de prestaciones o salario siquiera, nos reemplace.

Lo cierto es que cada día nos acercamos más a la automatización, y situaciones como la pandemia que el mundo atraviesa han hecho que cada día estemos más cerca de la automatización con robots de muchas cosas.

Pero nada como hemos visto en la ciencia ficción, sino robots sin apariencia humana que estén ahí para ayudarnos. Por ejemplo, cuando el 5G estuvo en boga, mucho se hablaba de las primeras operaciones a larga distancia, las cuales serían posibles por la latencia imperceptible para los humanos.

Pero si temes a que los robots nos dominen y terminemos viviendo en una Matrix, los expertos dicen que es más probable que trabajes junto a un robot y que seas amigo de uno, a que alguno te mate. Pero comencemos con algo más simple, ¿qué significa robot y que implica que sea uno?

La palabra robot deriva de la palabra checa robota, que significa trabajo forzoso, que se derivó del protoeslavo orbota, que significa trabajo duro o esclavitud. En 1920, Karel Čapek introdujo la palabra robot en el mundo en su obra llamada Rossumovi Univerzální Roboti (Robots universales de Rossum) en la que se construyeron robots humanoides orgánicos artificiales, y posteriormente se sintieron insatisfechos, lo que llevó a una revolución de robots y, en última instancia, al nacimiento de un nuevo sociedad de robots.

Y de ahí comenzó nuestro miedo a la rebelión de aquellos que creamos para esclavizar. 

¿Pero cómo sabemos qué es un robot o no? Cabe hacer hincapié en que no existe una definición aceptada por todo el mundo, porque depende de muchos factores, como la autonomía. Para no hacer el cuento largo, un robot es una máquina inteligente encarnada físicamente, puede realizar tareas de forma autónoma hasta cierto punto y puede sentir y manipular su entorno.

¿Las aspiradoras autónomas del hogar son robots? Sí, así como una lavadora o una cocina que son lo suficientemente inteligentes para tomar decisiones por sí solas, como qué tipo de ropa o comida cocinan para hacerlo de la forma correcta.

Pero claro que eso no es todo. Las máquinas cada vez más sofisticadas pueden poblar nuestro mundo, pero para que los robots sean realmente útiles, tendrán que volverse más autosuficientes. Después de todo, sería imposible programar un robot doméstico con las instrucciones para agarrar todos y cada uno de los objetos que pueda encontrar.

Lo que ahora va de la mano a los avances en inteligencia artificial, algo que simplemente es inamovible cuando hablamos de un futuro en el que humanos y máquinas vivamos a la par.

El ejemplo más evidente del avance de la tecnología hacia el auge de la robótica y la inteligencia artificial es el proyecto desarrollado por Google (DeepMind). De ese proyecto derivó el supercomputador AlphaGo, el cual, recientemente, logró vencer al campeón del mundo de Go, un juego más complejo que el ajedrez y cuyo elevado número de combinaciones lo convierte en un reto casi imposible para una máquina.

Y el próximo reto al que buscan llegar los creadores de Google es crear un supercomputador que sea capaz de derrotar a los mejores jugadores del videojuego Starcraft, un hito de gran envergadura.

De igual forma, vale la pena recordar que los japoneses planean implementar automóviles inteligentes en los próximos Juegos Olímpicos, si llegan a llevarse a cabo, los atletas podrán ir de forma segura y sin contacto humano del aeropuerto a la Villa Olímpica, y a los diversos espacios donde se llevarán a cabo las justas.

Mientras eso sucede, algunos especialistas en robótica vieron la oportunidad perfecta de probar robots hospitalarios por la crisis de la Covid-19, y es que simplemente no existe mejor compañero de trabajo en un hospital que atiende a enfermos de este nuevo virus, que algo que no se puede contagiar, ni puede contagiar.

Los ayudantes de robots podrían tomar la temperatura de los pacientes y administrar medicamentos, por ejemplo. Esto liberaría a los médicos y enfermeras humanos para que hagan lo que mejor saben hacer: resolver problemas y ser empáticos con los pacientes, habilidades que los robots quizás nunca puedan replicar.

Las máquinas prometen cambiar prácticamente todos los aspectos de la vida humana, desde la atención médica hasta el transporte y el trabajo. Y es posible que debamos de comenzar a hacernos preguntas sobre la democratización de los robots y la automatización, tan simples y complejas como: ¿Qué haremos si ya no tenemos que trabajar? ¿Cómo se ve la desigualdad de ingresos de otra manera que exponencialmente más grave a medida que las industrias reemplazan a las personas con máquinas?

Es posible que debamos cuestionar hasta qué punto deseamos automatizar cosas, al final, hay trabajos y oficios en los que siempre es necesario el distintivo toque humano.

Escrita por:

Nora Morales

21 diciembre 2020

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