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“La Mula”: una historia contada desde la vejez

24 enero 2019

“La Mula”: una historia contada desde la vejez

Todos los que nos hemos preguntado si alguna vez lograríamos nuestros sueños, si en nuestra cabeza solo podemos escuchar el tic-tac del reloj y esa odiosa voz que dice: “Es demasiado tarde. Eres demasiado viejo. Nunca lo lograrás.”, tenemos a Clint Eastwood con nosotros. En este mundo obsesionado con los jóvenes, parece que el “hombre sin nombre” (como también se nombró a su personaje clásico de los spaghetti-westerns) cada día florece más.

Clint Eastwood es un hombre de pocas palabras. Su suspicacia y misterio es justo como la de los vaqueros que interpretaba en sus famosos westerns.

Sus diversas participaciones como director y actor de westerns han hecho de Clint una figura importante dentro del género. Sus inquietudes artísticas lo llevaron a una evolución lógica en su carrera cuando tomó decidió colocarse tras la cámara y, posteriormente, concentrarse en dirigir casi todas sus películas las que, más allá de ser un vehículo para su lucimiento actoral, le permitieron generar debates y hablar de temas complejos en los Estados Unidos, como los conflictos bélicos, lo que trató en los históricos Cartas Desde Iwo Jima (2006) y La Conquista del Honor (2006), o los traumas que enfrentan los veteranos de guerra como exhibió en Francotirador (2014). También ha dirigido fuertes dramas que motivan la conversación sobre la brutalidad en la condición humana y sus vacíos, que aborda en Golpes del Destino (2004) y Gran Torino (2008); sus inquietudes también lo han llevado a explorar momentos polémicos inspirados en sucesos de la vida real, como Invictus (2009), sino es que a desmitificar el lejano Oeste y hacer una revisión a las historias de vaqueros, el caso de filmes como Unforgiven (1992).

Con 88 años de edad, Clint Eastwood no muestra síntomas de cansancio o intención de tirar la toalla. En 2017 fue homenajeado en el Festival de Cine de Cannes, a principios de 2018 presentó la cinta 15:17 Tren a París y ahora nos trae La Mula.

Según mi conocimiento, Eastwood nunca ha participado en un negocio de drogas, ni ha cometido ningún delito, de lo único que se puede culpar al director fue hablar de lo bueno, lo malo y lo feo de los asuntos políticos de Estados Unidos. Muchos recuerdan cuando en 2012 se dirigió a un “invisible” expresidente Barack Obama o su apoyo y defensa de Donald Trump. No obstante, su nueva película, La Mula donde dirige e interpreta a un mensajero de drogas ilegales (una “mula”) que intenta mantenerse un paso adelante de la ley, es presentada como un trabajo personal: Una película de introspección propia, con un resonante y romántico aire de arrepentimiento. Incluso si Eastwood continúa haciendo muchas más películas, el estreno se siente como el cierre de un capítulo muy largo y complejo en su vida cinematográfica, y tal vez la apertura de uno nuevo.

En la cinta Eastwood interpreta a Earl Stone, un horticultor que vive en Illinois, Estados Unidos, que eventualmente pierde su casa y su jardín debido a la competencia de poderosas empresas que han recurrido a los pedidos y ventas en línea. En una situación financiera desesperada, acepta un trabajo haciendo entregas de El Paso hasta Chicago para un cartel de la droga. Clint y el guionista Nick Schenk (quien también escribió Gran Torino) se basan en la historia real de Leo Sharp (1924 – 2016), un veterano de la Segunda Guerra Mundial de 90 años que estuvo entre las mulas de drogas más competentes en la historia, trasladando mensualmente 200 kilogramos de cocaína. Los detalles de su vida fueron un misterio para los medios de comunicación hasta la publicación en 2014 del artículo “The Sinaloa Cartel's 90-Year Old Drug Mule” de Sam Dolnick en The New York Times Magazine.

En La Mula, Eastwood juega, de magnífica manera, con la edad y el temperamento de su personaje. Earl con frecuencia parece ingenuo, nervioso, avergonzado y desconcertado, metiéndose en situaciones incómodas de las cuales es excusado por la enfermedad social que discrimina a los adultos mayores. Earl además es un tipo que dice y hace cosas inapropiadas que nunca serían toleradas por personas más jóvenes; sin embargo, la película ofrece algunos de sus guiños más astutos en las insinuaciones, porque Earl sabe exactamente lo que está haciendo, es un pícaro.

Earl entra en su nueva vida de crimen con un aire de inocencia. Él no lleva una pistola y ni siquiera sugiere que la cargue consigo mismo; no intenta ningún acto superheroico contra personas armadas o incluso amenazantes. No busca problemas.

Lo que busca, en cambio, es una aventura de un tipo más suave, casi rutinaria. Él varía sus rutas de drogas para hacerlas más emocionantes, disfruta del viaje cantando y despreocupado; hace escalas frecuentes para degustar una buena comida local, disfruta de una feria agrícola y, por lo tanto, incurre en la ira de algunos integrantes del cártel mexicano. Como mula que antes tenía una postura antidrogas, Earl es, en efecto, una persona de bajo perfil para las autoridades, situación que lo convierte en lucrativo para el cártel, identificándose rápidamente como un hombre de confianza para el jefe criminal Laton (Andy Garcia), quien gradualmente aumenta los envíos, permitiéndole a Earl ganar cada vez más dinero.

Sin embargo todo se complica con la aparición del Agente Bates (Bradley Cooper), detective estrella que es trasladado a Chicago para ayudar a derribar al cártel junto a su segundo al mando, el agente Treviño (Michael Peña), cuyo conocimiento local es crucial para la operación. Ambos son apoyados por el jefe de la agencia (Laurence Fishburne), con un serio sentido del deber, aunque obstaculizado por una burocracia que le ejerce una presión extrema para obtener resultados a corto plazo.

Con  todo esto La Mula explora si un hombre blanco (y, lo que es más, un hombre blanco viejo) puede salirse con la suya simplemente por conscientemente interpretarse a sí mismo .

Fecha de estreno en México: 25 de enero, 2019.



Escrita por:

Juan Bombadil

24 enero 2019

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